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Leyendas poseen réplicas de Copa FIFA hechas por mexicano

Por: Alberto Aceves / La Jornada

Los más recordados campeones del mundo han observado con asombro que el trofeo de la Copa, obra del arquitecto poblano Mariano Fregoso, parece el mismo que en otro tiempo los hizo grandes. La gran mayoría reconoce en sus pliegues las dos figuras humanas que sostienen un globo terrestre, el peso de seis kilogramos y su medida exacta. “¡Pero qué hermosa está! ¿De quién es?”, se preguntó alguna vez Diego Maradona en Querétaro, cuando al final de un partido de Dorados de Sinaloa la réplica del galardón más preciado en la historia del futbol volvió a sus manos, como en México 1986.

“La hizo un mexicano”, le explicó el ex arquero del América Héctor Miguel Zelada, mientras Fregoso, que ha trabajado en ella por años, caminaba unos pasos para presentarse con él.

“Sólo los mejores jugadores conocen sus secretos”, afirma el autor a La Jornada, delante de vitrinas repletas de trofeos y fotografías con ganadores de Mundiales. Al igual que Maradona, otros como Pelé, Rivellino, Cafú, Ronaldinho, Paolo Rossi y Mario Kempes recibieron como obsequio la versión más idéntica de la Copa.

“Pelé lo hizo en Brasil por me-dio de un contacto, que se llama Sandro Borges. No nos permitie-ron grabar videos, pero se tomó una foto que guardo en la colección. Con Cafú, Rivellino y Kempes aproveché su visita al Salón de la Fama de Pachuca, donde fueron investidos, para entregárselas. A Ronaldinho se la di en un partido entre amigos de Cuauhtémoc Blanco, en Zacatepec”.

La idea de replicar el objeto de oro que sólo los vencedores del torneo y los jefes de Estado tienen el privilegio de tocar surgió en sus primeros años como aficionado de la selección mexicana, cuando el arquitecto recortaba el trofeo de las secciones deportivas para hacer una meticulosa inspección de sus medidas, detalles y colores. El proceso no fue sencillo.

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“Tardé alrededor de cinco años para llegar a la última versión desde el primer molde, que fue una réplica fabricada en China”, relata. El material con el que está hecha esta Copa es una mezcla de resina epoxica con un aditivo endurecedor. Cada pieza a su vez tiene su propio costo. “En total son cerca de tres mil pesos de inversión: mil 500 del vaciado, 500 de pintura, mil más de piezas y detalles, además del pegamento”, señala.

Un kilo menos que el original

A diferencia del trofeo que es entregado por la FIFA, este tiene un centímetro y un kilogramo menos, explica Fregoso. Las dos piezas en la base, también de resina, simulan una piedra preciosa llamada malaquita, que es característica del oficial.

Mientras dirige diferentes obras de construcción en el país, el mexicano recibe llamados de expositores que muestran interés en exhibir más de una réplica en diferentes recintos, como el Salón de la Fama de Pachuca. “En noviembre me contactaron de la Lotería Nacional para prestar algunas en una exposición de futbol (Jugar x México) que estará hasta febrero”, explica. “Muchas veces me han preguntado si las vendo, pero no me dedico a eso; lo veo más bien como un hobbie que me ha permitido conocer a figuras que jamás imaginé”.

Meses antes de iniciar el Mundial, el embajador de Qatar en México, Mohammed Alkuwari, lo recibió con dátiles y café en la embajada antes de acoger la Copa, que luego recorrió el país en diferentes eventos organizados con el gobierno. “Una amiga, además, me ofreció viajar al Vaticano para regalarle una al Papa Francisco, que es ferviente aficionado del San Lorenzo de Almagro. ¿Se imagina cómo reaccionaría?”, reflexiona.

Egresado de la Universidad Autónoma de Puebla, el arquitecto explica que el hecho de no comercializar las Copas radica en las licencias de autenticación de la FIFA, las cuales no tiene. Con ese aval “podrían reproducirse entre 5 mil o 10 mil réplicas para venderlas en la tienda oficial de souvenirs. Sería un gran negocio, pero es algo que no intento todavía”. Lo que sí hizo fue replicar la legendaria Copa Jules Rimet, que fue el trofeo de los Mundiales hasta 1970, con sus medidas originales: 35 centímetros de longitud y cuatro kilogramos de peso.

“Es una Copa mucho más detallada, que ha tenido al menos cuatro versiones diferentes desde 1930, algunas más finas que otras. La que presté a la Lotería Nacional tiene la base azul igual que la primera. Hace poco llevé otra a un restaurante en Puebla, donde televisaron los partidos de la selección mexicana, parece que llamó mucho la atención. Aunque la gente sabe que es una réplica, quiere sentir la emoción que sólo los campeones conocen”, concluye.

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