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Padecen castigos físicos y humillantes seis de cada 10 niños mexicanos

Por: Laura Poy Solano/La Jornada

 

En México, los golpes y humillaciones a niños y adolescentes son una forma aceptada de crianza y educación. Se estima que seis de cada 10 niños viven castigos físicos o humillantes en sus hogares. El año pasado más de 11 mil menores ingresaron a hospitales debido a lesiones, señaló Nancy Ramírez, directora de Incidencia en Políticas Públicas de Save the Children México.

En sesión permanente de la Comisión de secretarías ejecutivas del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (Sipinna), urgió a los estados a avanzar en la armonización legislativa que prohíbe el castigo corporal y humillante a niños y adolescentes.

Lo anterior luego de que el pasado 11 de enero se publicara en el Diario Oficial de la Federación el decreto por el que se reforma la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes y el Código Civil Federal para establecer la prohibición de aplicar cualquier tipo de violencia contra los menores, en particular el castigo corporal y humillante.

Agregó que, además de contar con una propuesta de ley en los estados, se debe buscar comunicación con el Congreso local a fin de promover su discusión y aprobación.

También es relevante definir de «manera correcta y exhaustiva los conceptos de castigo físico y trato humillante, y que las autoridades de todos los niveles de gobierno estén obligadas a tomar las medidas necesarias para prevenir, atender y sancionar diversas formas de violencia».

La Organización Mundial de la Salud advierte que el maltrato infantil causa alteraciones en la salud mental y física que perduran toda la vida, «y sus consecuencias a nivel socioprofesional pueden, en última instancia, ralentizar el desarrollo económico y social de un país».

Agregó que el abuso y la desatención de menores de 18 años, que considera todos los tipos de maltrato físico o sicológico, abuso sexual, desatención, negligencia y explotación comercial o de otro tipo, que causen daño a la salud, el desarrollo o la dignidad de un niño o adolescentes, son considerados una forma de maltrato infantil, lo que también incluye la exposición a la violencia de pareja.

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