Opinión

Entrevista Adriana Barraza, icono hispano / Elena Poniatowska

Por: Elena Poniatowska

Gracias a María Consuelo Mejía, una de las piedras de toque de “Católicas por el derecho a decidir” y ahora indispensable en “Inmujeres”, quien me llevó a Bellas Artes, conocí a una actriz que me dejó patidifusa: Adriana Barraza. La vi en la película de González Iñárritu Amores perros y el impacto fue definitivo.

“Quiero conocerla, entrevistarla” le rogué a María Consuelo y me llevó a su camerino en Bellas Artes, donde la escuché sorprendida decir: “Fíjese, usted, que yo no busqué ser actriz, la actuación me buscó a mí. Le agradezco mucho a mi familia que me llevara a los 8 años al Ballet Bolshoi porque vi en el escenario a un hombre con una enorme ala de paloma adherida a su brazo levantar a una mujer que tenía otra ala y entre los dos formaron la paloma más hermosa de todas, y yo me emocioné tanto que dije: “¡Yo quiero ser bailarina de ballet!” Fíjese usted la maravilla que vi y me hizo pedir: “Yo quiero hacer eso”, pero mi mamá enfermó, al poco tiempo murió y ya no pude”.

Adriana Barraza no se quedó con las ganas de ser paloma de oro y estudió ballet. Gran conocedora de teatro, le decía a su maestra: “Yo no vengo a hacer coreografías, yo nada más vengo a no quedarme con las ganas”. En Chihuahua, estudió siete años ballet: la técnica Graham. “Descubrí más tarde que el ballet me dio muchísimo para la actuación, me enseñó lo que significa una férrea disciplina. A los 15 años en la preparatoria tuve que elegir entre ballet clásico, basquetbol y teatro, y corrí a formarme en la cola del ballet pero ya estaba llena.

“Ya sin mamá, yo venía de una familia con un papá muy complicado que nos tenía muy solitos. En el teatro encontré mi lugar de pertenencia. Yo digo que no busqué ser actriz, sino que el teatro me llamó.

“En los 70, fui madre soltera a los 19 años cumpliditos. Una vez, un siquiatra me explicó: ‘Te hiciste madre soltera para salirte de tu casa’. Alguna vez pensé en estudiar medicina, pero en la prepa nos llevaron a ver a los muertos en la morgue y me dio mucha tristeza constatar que los seres humanos nos convertimos en un cartón, un cuerpo tirado.

“También pensé en ser abogada porque era muy de puño levantado en las luchas sociales y mi papá me dijo que era una profesión para hombres. Entonces todavía le hacía caso a mi papá hasta que me fui de mi casa y ya no le hice ningún caso, ya no, no, no, yo solita. Fui madre soltera.”

–¿No le temió al juicio de la sociedad?

–Absolutamente sí. Primero que nada, los Barraza ya no quisieron saber nada de mí, como en una buena telenovela. Mi papá me corrió, pero mis hermanos protestaron: “Aquí nadie corre a nadie”. Mi hermana María Eugenia me ofreció: “Vente a mi casa” y así he vivido en cuarenta y tantos lugares, imagínese, del tingo al tango. Claro que fue muy difícil porque la ciudad de Toluca, en los 70, era muy religiosa, de mucho golpe de pecho, hasta mis compañeros en la facultad me dejaron de hablar. Uno me dijo: “Te convertiste en una bruja”. Un amigo mío dejó de hablarme porque aparecí con mi panza en la escuela y le dije: “Vas a ver que un día, lo mismo le pasa a una de tus hermanas o a una de tus hijas y tendrás que apoyarlas”.

“Los Barraza volvieron a hablarme cuando me empecé a hacer famosa en las telenovelas, así es la naturaleza humana. Volví a ser una señora muy digna. La sociedad fue bastante difícil porque venía de una familia muy católica.”

–Pero usted sí logró superar la condena…

–Me valió gorro desde el principio. Este evento que le voy a contar nunca lo he contado. Llegó la única hermana de mi papá, yo estaba embarazada y me dijo: “Haces tu maleta, te vas a ir a un convento en Querétaro, ahí nace tu bebé, ahí lo dejas y te regresas”. Le respondí: “¿Cómo me puedes decir eso? ¿No quieres que nadie me vea?, pues ahorita mismo salgo al portal a que todos me vean”. Llorando tomé mi gorrita que yo misma me tejí y salí con mi panza a que todos me vieran. Era yo bastante necia. Nomás me decían que no para que yo hiciera lo que me daba la gana.

–Muy valiente…

–Sí, si no me quieren ver, ahora me ven. Sí me dolió, lloré, pero después conté con la familia de mi mamá, los González y con algunos amigos como Ángeles Hiriart, quienes fueron como una familia para mí.

“Tengo una hijita, Ana Carolina, que es mi adoración y siempre ha sido mi motor y mi freno. Por ella hice muchas cosas de provecho porque ella siempre ha sido para mí lo primero, de verdad.

“Me incliné por la actuación desde los 15 años. Mi hija nació cuando tenía yo 19, pero seguí llevándomela bebecita, de dos meses, a mi grupo de teatro. Mis amigos que eran todos gays, me ayudaron a cuidarla. También seguí yendo a Ciencias Químicas porque yo estudié dos años en esa facultad. Cuando entraba a hacer mis prácticas mis amigos me la cuidaban afuera del salón. Era yo muy jovencita y todo se me hacía fácil.

–¿Y el teatro?

–Nunca dejé de hacer teatro. Nunca, nunca, nunca hasta este momento.

“Durante 15 años hice solamente teatro universitario. Me llevaba a mi hija y ella aparecía en el escenario, primero de bebé y más tarde de niño o niña. Hasta los 80 empecé a cobrar por hacer teatro. También trabajé en el laboratorio de la Policlínica en Toluca. Me mudé luego a Chihuahua y barrí pelo en un salón de belleza, aprendí a cortarlo, a pintar, a limar uñas, cuidé niños en el Seguro Social, vendí libros. He hecho de todo. Nunca me pregunté si yo era buena o mala porque me mantenía sola y lo que yo quería era no irme nunca del teatro. Me daban mis buenos personajes, pero no pensaba que alguna vez iba yo a poder vivir de la actuación, la verdad.

“Con el tiempo, tomé la cámara y empecé a dirigir, por eso soy maestra, soy directora y coach. Así me mantuve hasta que conocí a Chespirito, Roberto Gómez Bolaños. Yo estaba haciendo una telenovela como actriz, que producía Florinda Meza. ‘Por tu manera de actuar, deberías estar en el cine’, me dijo Chespirito, quien era director de Videocine, ‘vente a hacer una audición’. Mi audición gustó y me fui quedando hasta que finalmente Manuel Teil me hizo el casting de Amores Perros.

–Tu actuación fue un triunfo excepcional, fuiste candidata al Globo de Oro, nominada al Óscar como mejor actriz de reparto por Babel y todos dicen también que eres una maestra excepcional.

–Me dijeron cosas muy bonitas de mi trabajo, pero no recibí más atención hasta que Alejandro González Iñárritu me llamó para hacer Babel. Yo contendía entre seis actrices, finalmente me eligió y me pidió que subiera de peso y lo hice, aunque ya me había dado un infarto, subí 16 kilos que después bajé… Hice Babel, lo más importante para mí y destaqué gracias a la dirección de Alejandro González Iñárritu.

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