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Opinión

La recuperación económica en México y Baja California | Eliseo Diaz González / Voces de El Colef

Por: Eliseo Diaz González

Las estadísticas económicas recientes difundidas por el Instituto de Estadística y Geografía (INEGI) muestra que Baja California parece haber ya recuperado el nivel de producción que existía antes de la pandemia que inició en el segundo trimestre del 2020. Esto revela que deben haberse ya recuperado también el nivel de ocupación laboral y los ingresos de la población, lo que en sí mismo es una buena noticia.

Esta pronta recuperación se explica porque la economía del estado tuvo un mejor comportamiento que el que se observó en el conjunto de la economía del país, pues la economía estatal tuvo una caída sensiblemente menor a la de la economía nacional. En esa medida, fue más claro que el rebote experimentado por la actividad productiva en el primer semestre del 2021 remontara en breve tiempo el nivel de actividad reportado el año anterior a la emergencia sanitaria.

Recientemente se ha discutido entre el público informado, a través de los análisis de prensa y redes sociales, en las encuestas de los agentes económicos e incluso de organismos nacionales e internacionales, acerca de los pronósticos de crecimiento económico. De manera que la recuperación de la economía del país se ha vuelto tema de debate acerca de cuántos años llevará alcanzar el nivel de producción registrado en 2019 y cuántos años más pasarán antes de recuperar el nivel de producto por habitante que había ese año. Un cierto consenso informal es que en 2021 la economía crecería en una cifra cercana al 5%, lejos de los pronósticos oficiales y de los organismos internacionales que ubicaban ese indicador por arriba del 6%. 

Este menor aceleramiento de la economía, según se ha razonado, llevaría a que en 2022 el crecimiento fluctuara alrededor del 2.5%, lejos del pronóstico de la SHCP contenidos en los Criterios Generales de Política Económica para este año, que se esperaba una expansión del 4%. Con el pronóstico consensuado, se esperaría que no sería sino hasta 2023 cuando la economía pueda recuperar el nivel de actividad anterior a la pandemia y, en esa tesitura, que sería hasta el 2036 cuando llegue a recuperarse en nivel de producto por habitante que se tenía en 2019.

Efectivamente, para decirlo en forma coloquial, en 2020 la economía del país descendió más del doble que la economía mundial, y para nuestros propósitos, el doble que la caída reportada en EUA; y en 2021, la recuperación fue la mitad de la reportada en la economía internacional. UNCTAD reporta que a pesar de que la inversión extranjera directa rebotó en un 77% en 2021 respecto a lo registrado en el año de la pandemia, esta recuperación favoreció principalmente a las economías desarrolladas, en particular, a Estados Unidos en donde el ingreso de inversión extranjera aumentó al doble en relación con el año anterior. En contraste, en los países en vías de desarrollo el aumento fue de 30%. Asimismo, UNCTAD consigna que el ingreso de inversión extranjera también varía entre los diferentes sectores económicos, en particular en el sector de generación eléctrica esa inversión ha caído respecto al año de la pandemia.

El caso del estado de Baja California, sin embargo, muestra que esta discusión no corresponde por igual a todas las regiones y los estados del país, porque en esta entidad la recuperación ha estado en marcha desde el cuarto trimestre del 2020 y continuó con sobresaltos importantes en el sector de manufacturas, a lo largo del 2021.

Puede que sea un efecto de que la economía del estado venía cayendo en 2019.

Si hacemos una proyección con base en ese año y el primer trimestre del 2020, la tendencia del crecimiento económico queda por abajo de la tendencia observada en el ITAEE al tercer trimestre del 2021.

Esto significa que con la pandemia el crecimiento económico del estado fue mejor, al menos hasta donde los datos permiten ver hacia el referido tercer trimestre del 2021.

Hay varias razones que pueden explicar esta situación que marca un claro contraste con lo que proyecta el país en su conjunto.
En primer término, la vinculación productiva con China y otros países asiáticos que permitió que la entidad continuara sirviendo de puente en las exportaciones hacia Estados Unidos, sin demasiados problemas en cuanto al suministro de insumos, partes y materias primas. Esto contrasta con los otros estados de la frontera norte que mantienen una vinculación más estrecha con la industria estadounidense, en donde el problema del dislocamiento de las cadenas de valor parece ser más marcado.

En seguida, las restricciones al intercambio transfronterizo por la pandemia terminaron favoreciendo al comercio y los servicios en el estado. La restricción al cruce de turistas mexicanos reorientó la demanda de bienes que antes se hacía en las ciudades de EUA, favoreciendo al comercio local. La alarma producida por la pandemia limitó los viajes internacionales de los mexicanos y el cierre obligatorio de la frontera a lo largo de año y medio frenó el constante flujo de visitantes transfronterizos hacia EUA. Pero no del ingreso de visitantes norteamericanos a México.

El hecho de que la frontera continuara abierta a visitantes de EUA promovió el ingreso de turismo de ese país a las ciudades fronterizas mexicanas. Es posible que esto haya significado una mayor demanda en el comercio y los servicios que lo que habría ocurrido sin pandemia. Además, tuvo un impacto favorable en la demanda de vivienda y la construcción inmobiliaria, lo que impactó favorablemente la inversión fija bruta.

El papel del gobierno en esto ha sido limitado. Recientemente se anunció el programa de recuperación económica por parte de la Secretaría de Economía del gobierno de México. Es una nueva versión del mismo programa presentado en 2021, el año pasado, lo cual hace temer que, si el programa del año anterior no dio resultados destacables -en el segundo semestre como sabemos la economía se desaceleró respecto a la primera parte del año y hacia el final entró en una fase recesiva-, se corre el riesgo de cometer los mismos errores y de nuevo, hacer que el gobierno siga ausente en los esfuerzos que los sectores productivos hacen para mejorar sus negocios.
La conducción económica del país enfrenta dos problemas. En primer término, la centralidad en el discurso presidencial, el gobierno actúa a través de las llamadas conferencias mañaneras, ese ejercicio cotidiano de la Presidencia de la República desde donde se destruyen prestigios, se marcan las directrices para la reversión de las reformas estructural de los últimos años y se tejen alianzas con grupos económicos para intervenir en los proyectos prioritarios y emblemáticos de la administración actual.

El segundo problema es la falta de pericia de la Secretaría de Economía, su desconexión para entender los problemas económicos del país en la actual coyuntura de la pandemia o postpandemia, y en definitiva, debe decirse, la falta de experiencia profesional, que le hace exaltar como logros el cumplimiento de algunas tareas burocráticas que en nada contribuyen en frenar o detener o desalentar el camino.

Lo que esa conferencia reveló fue la falta de seriedad, desconocimiento, ignorancia, ausencia de claridad en entender y tratar de resolver los problemas fundamentales, que privan en la Secretaría de Economía. Así es claro que no se puede avanzar.

El país vive una emergencia económica y sanitaria. No es tiempo de soñar con soberanías, ni igualdad económica ni justicia social. A menos que se pretenda cerrar la economía como se mantuvo hasta 1987, no podemos reñir con países que han invertido en México, menos en momentos en que es más escaso el capital y la inversión extranjera directa, después de caer en todos los países en 2020, ahora se recupera y se concentra en los países desarrollados

Departamento de estudios Económicos- El Colegio de la Frontera Norte, A. C.

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