“No me gusta la figura de un presidente que se exhibe todas las mañanas, comentando los artículos que lee en la prensa y muchas veces censurando”, dijo el Premio Nobel de Literatura
Entiendo la dialéctica del izquierdista converso, que suele ser más elocuente y feroz que la opción inversa. Pero si algún especialista consigue confirmar el diagnóstico de marras, estoy dispuesto a matizar mis críticas y, en adelante, tratar a Vargas Llosa como genial enfermo mental